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Falleció Pocho Roch, el arte de pintar vivencias

Esta mañana falleció Pocho Roch, emblema del chamamé de Corrientes y el Litoral. En 2006, la escritora Moni Munilla escribió esta nota con la que hoy Diario El Litoral recuerda al artista que marcó con sus canciones la idiosincracia correntina.

Itateño de nacimiento, el 16 de julio es un eterno peregrinar al encuentro de la Virgen. Pocho Roch enciende en canciones, la nostalgia de su gente, antiguos puebleros de allá ité.
“Intento vivir feliz tratando de ser sincero y en el arte pinto mis vivencias, si es posible con una metáfora para encender la nostalgia de la gente”, dice Gonzalo del Corazón de Jesús “Pocho” Roch, en la entrevista que mantiene con El Litoral. El encuentro llegó justo con un anunciado frío de invierno que cada año acompaña a la caravana de peregrinos de la Virgen correntina, la Madre de Itatí que mañana estará festejando su día. 
Sumada a la caravana de sanluiseños que el jueves muy temprano marchaba por el antiguo camino de profunda huella hacia el templo mayor, la celebración del 16 convoca a la fe de un país que reconoce la milagrosa presencia de la Virgen Morena.
Desde ese umbral de polvo y pedregal donde “la tarde poriajhú no tiene penas”, regresa la añoranza del hombre que apoyado en sus recuerdos, se sumerge en el pueblo y de él se hace parte, como si río y costa, horizonte y camino, pergeñaran su destino.
Pocho Roch tiene 67 años y de ellos, 51 ha dedicado a la música, componiendo a la fecha más de 5.300 melodías. Cuenta con orgullo, que el año pasado participó en el programa “Taragüi Haihú” (“querer a Corrientes”, en idioma guaraní), donde los niños de la provincia, en edad escolar, se encargaron de poner poesía a su música. Y otros doce temas está orquestando para que interprete Andrea Sosa, nacida en Itatí como él.
“Pero fue Cacho el poeta de mi juventud pueblera”, confiesa aparcando en ese camino que nunca termina de explorar, que es el de la nostalgia.
“Cacho” es Juan Genaro González Vedoya. Junto a él compuso inolvidables temas que a más de 30 años, perpetúan la rima que acompaña el deambular de “Miguelito Carapé”, “Nati, el campanero”, “Don Delfino Maidana” y “Valdez, el carpinchero”, por citar algunos de los títulos que sucedieron a un primer histórico envío musical: “Pueblero de allá ité”, que ganó el certamen “Canción Nueva” en el año 1974 y fue interpretado por Rosendo y Ofelia. Al año siguiente lo grabó Quique Sorribes y así, con los ojos del alma y de la lejanía, el antiguo paraje del Cacique Yaguarón comenzó a trasmutar su esencia en canción.
“Las cosas salen porque Dios las regala. Cuando en el espíritu aparecen la letra y la música, la melodía tiene la nota exacta para la nostalgia que guarda la poesía”, expresa Pocho, que hasta los 8 años no habló otro idioma más que el guaraní en la escuela que dirigía su abuela, en Yacareí, a 7 kilómetros del pueblo.
Tenía 18 años cuando escribió “Palabras a Itatí” y la primera grabación la concretó con su voz y de la última que tiene registro, es de la que realizara “Pancho” Figueroa (de “Los Chalchaleros”), pasando por Ramona Galarza y otros autores.
“Pueblero de allá ité” (“lejos”, en guaraní), según consta en las planillas que en forma periódica refiere Sadaic, se hizo oir en Japón, Tokio, Suecia, Escandinavia, Finlandia, Alemania, España, Francia y Estados Unidos”. 
“Me ando yendo bastante a Itatí”, dice intercalando en su acento, la voz guaraní que aun estudia en más de una docena de diccionarios que aquilatan su experiencia para creer y hacer saber que el horizonte no es otra cosa que “los labios del cielo”, con lo cual la poesía misma se pone en movimiento. “Tengo una casita a orillas del río y el atardecer sobre la Pacurí es el cinemascope más grande del mundo”. La Pacurí es un conjunto de islas que al oeste del pueblo, entre Itatí y Tabacué (antiguamente pueblo) le devuelven la infancia y le recorren la mirada, como si un vuelo de garzas moras depositara en el exacto centro de su templanza, una nueva canción que la voluntad siempre reclama.
“La vida es una metáfora constante y es el regazo de la nostalgia”, regala en la despedida.
Por Moni Munilla
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