No te vayas nunca, kirchnerismo
Diga que venimos de doce años de kirchnerismo que si no, el asunto Macri/Tinelli sería para pegarse un tiro en los huevos, con perdón de la expresión.
Sin embargo, cuando uno lo piensa bien, se puede entender un poco mejor lo que ocurrió entre estos dos estadistas escandinavos.
Alguna gente hubiera preferido que armaran un asadito de perfil bajo, canchero y en familia como hicieron con los Rolling Stones. Como hacía Menem. Pero parece que pintó cumbre de la OTAN y allí fueron.
En el caso de Tinelli, cabe decir que además de pretender el apoyo del Gobierno para presidir la AFA, el tipo tuvo de socio y ahora de jefe, a un muchacho que en el apuro se olvidó de pagar 8.000 palos al Fisco. Entre otros problemitas.
Piénselo bien amigo lector. Si usted fuera Cristóbal López y tuviera semejante quilombo con el Estado, con toda la Justicia revolviéndole la cocina, y al mismo tiempo fuera socio y patrón de Marcelo Tinelli, ¿no le pediría que le dé una manito?
Usted me dirá que este buen señor ya es el dueño de C5N y tiene con qué defenderse. Es verdad, pero no es lo mismo. Una cosa es que te la reme Marcelo desde la pantalla de El Trece en el Bailando con casi 20 puntos de rating y otra muy distinta es que te defienda el tipo de barba candado que canta y baila en C5N y que pasó a la historia anunciando el triunfo de Aníbal Fernández.
Obviamente, el tema es delicado porque tener intereses con el Estado y hacer humor político son cosas un poquito incompatibles. Sin querer, en un descuido, en un momento de distracción, una cosa podría llegar a contaminar la otra. Dios no lo permita.
De todos modos, reconozcamos que tampoco es para hacer tanto escándalo. Es evidente que con los años los límites se van corriendo y hay que aggiornarse.
De hecho, yo mismo pienso aprovechar que ocupo esta página y voy a armar una empresita de obras viales, ahora que el tema está tan de moda y que además hay mucho competidor encarcelado.
Es una actividad muy fácil de conjugar: yo pavimento, tu pavimentas, él tira los bolsos en el convento, nosotros le alquilamos los derpas en Puerto Madero, vosotros rentais los hoteles, ellos te la pesan, te la reparten y después que la ruta la termine Magoya.
El único secreto es presentarse a las licitaciones avisando que se te ocurrió un chiste buenísimo contra el gobierno. Después fluye.
Algunos dirán que ya no es así y que, de aquí en más, todo será transparente. Ojalá. Yo por las dudas voy a ir acopiando un poquito de asfalto y cemento, no sea cosa que llegue el segundo semestre y después no haya.
Del lado del Presidente también se entiende lo que hizo. El abrazo del oso que le dio a Tinelli es una estrategia que no falla. Al menos por un tiempo. El snapchat lo ablandó y lo transformó en un abrazo de osito cariñosito.
¿Hizo mal el Presidente en recibirlo con tanta pompa y circunstancia? Hizo perfecto. Un presidente no puede estar todo el tiempo eliminando la pobreza. Cada tanto, también tiene que parar y pelotudear un poco. Tal vez no tanto como el pelotudeo del otro día, pero bueno… ya irán encontrando el equilibrio. Recién empiezan.
Reflexionemos, amigo lector, ¿Cuánto tiempo le llevó al kirchnerismo aprender a pelotudear como Dios manda y terminar de arruinar una década entera? No fue de un día para el otro. Ni fue magia.
¿Tuvo costos esto para el Presidente? Ninguno. Es un presidente con suerte. Cae la producción industrial y al toque aparece una bolsa de termosellados en algún lugar del kirchnerismo. ¿Será la suerte del campeón? Puede ser. Viene así desde la época de Boca. Piense en la cantidad de Copas que ganamos por penales.
Parecen tocados por la varita mágica. Basta que el gobierno meta la pata para que a los cinco minutos se deschave la declaración de algún funcionario kirchnerista con 1.000% de enriquecimiento ilícito y una quinta (siempre es con una quinta).
Y tienen tanta suerte que está lleno de funcionarios kirchneristas con enriquecimiento ilícito y quintas. Diluvian. Caen de punta, como invocados por los dioses. O por la famosa mesa chica que conforman el Presidente, Marcos Peña, Frigerio, Monzó y otros. Dicen que se reúnen todas las mañanas en la Casa Rosada, ponen música de Ravi Shankar, prenden inciensos, se toman de la mano, respiran hondo y piden los tres deseos del día.
Por ejemplo, los tres deseos del jueves fueron: que venga Cristina de Santa Cruz, que le haga un homenaje a Chávez contando lo lindo que anda Venezuela y que las cámaras muestren la presencia de Luis D’Elía. Bingo. Mientras exista el kircherismo, para desgracia del peronismo, Cambiemos tiene la ruta despejada.
Para rematarla, el mismo día apareció un spot protagonizado por Guillermo Moreno (ver para creer) demostrando una vez más que el tipo labura para Durán Barba. O, eventualmente, que es mucho más inútil de lo que todos pensábamos.
El Gobierno más suerte no puede tener. A la mañana anuncia, por ejemplo, que va a usar la base de datos de la ANSeS para llenarte la casilla de spam, pero a la tarde se descubre un nuevo funcionario que hace diez años viene choreando y a la nochecita aparece un político kirchnerista diciendo que es un caso aislado y que él no sabía nada, mientras todo el mundo se le caga de risa. No falla.
Te levantaste el martes a la mañana y en cuanto te enteraste de que cayó el consumo de alimentos y estás por comerte crudo al equipo económico, te frenás porque a las 12:19 de ese 26 de julio de 2016, Ex Ella entra en la inmortalidad tweeteando textualmente y reclamando: “Un plan para parar la inflación, en especial alimentos y la caída del consumo”, lo cual suena razonable si no fuera que lo dice alguien que tuvo 8 años de inflación galopante, que aprendió la palabra “inflación” a los 63 años y que ese martes la escribió por primera vez en su vida.
¿Cuánto le va a durar la suerte al gobierno? Tienen para rato. Falta Qunitas, Memorándum, Nisman, Fútbol para Todos, importación de energía, negocios con Venezuela. Faltan De Vido, Aníbal, Gvirtz, uff!! hay mucho conejo en la galera. Todavía el segundo semestre tiene margen para llegar.
Quién lo hubiera dicho. El gorilismo pidiendo lo impensado: que el final del kirchnerismo no se termine nunca. Ya los vamos a ver gritando: una más y no jodemos más.
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