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Violento golpe en un pueblo tranquilo

La familia Gualini es propietaria de una estación de servicio de Llambi Campbell, apacible localidad ubicada en el extremo norte del departamento La Capital. El negocio está ubicado sobre la ruta nacional 11 (avenida Juan de Garay en ese tramo, entre las calles 2 de Abril e Inmigrantes) y a su lado se encuentra el hogar de los dueños, que esta semana fue blanco de un impensado y violento ataque.

“Esto pasó entre las 2 y las 3 de la madrugada calculo. Con mi esposo dormíamos en nuestra habitación y nuestros hijos, de 5 y 2 años, lo hacían en la suya. Sentimos un ruido muy fuerte y nos sobresaltamos, pero cuando pudimos reaccionar ya teníamos a los tipos en la pieza. Estaba muy oscuro y no pudimos ver sus rostros, tampoco si los tenían cubiertos con algo”, recordó Rosana horas atrás, todavía conmocionada.
Ella y su esposo trabajan en la estación, que es “de bandera blanca” y atiende al público en horario de comercio, “un poco extendido”, según ella misma explica.

“Calculamos que eran entre tres y cuatro sujetos. Rompieron tres aberturas para llegar adonde estábamos nosotros. Al menos uno de ellos estaba armado. Muy rápido nos redujeron. A mí me sentaron y me taparon la cabeza. Lo mismo hicieron con mi marido, pero a él además lo ataron. Entonces nos empezaron a pedir dinero, joyas, cosas de oro. Querían abrir la estación. Constantemente nos amenazaban, nos decían que si no les dábamos lo que pedían se iban a llevar a los chicos. Fueron momentos de mucha tensión”, relató la mujer.

Finalmente, las víctimas entregaron todo lo que tenían: los teléfonos celulares, las alianzas, algo de dinero, un televisor y ropa, entre otras cosas. Los delincuentes también revisaron toda la casa en busca de objetos de valor, pero nunca ingresaron a la pieza de los pequeños, que jamás se entraron de lo que estaba sucediendo.

“Todavía estamos impactados por lo ocurrido. Este es un pueblo muy tranquilo. Estas cosas no pasan acá. No se viven este tipo de cosas... que irrumpan en tu casa, que se te metan en la pieza, que te aten... Esta localidad es muy tranquila, un pueblo muy chiquito. “Afortunadamente, no nos golpearon ni nos lastimaron de ninguna manera y nuestros hijos no se despertaron, que era lo que más me preocupaba. Sólo nos ataron bien, nos amordazaron y después huyeron”, narró Rosana.

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