Salta: Denunció que su hija de 20 años se mató por una deuda con usureros colombianos.
DELINCUENTES
QUE HAN INVADIDO TODO EL PAÍS
Una mujer denunció que su
hija de 20 años se ahorcó en su casa de la localidad salteña de Tartagal por el
asedio y las amenazas que sufría por parte de un grupo de prestamistas
colombianos, a quienes les había solicitado un préstamo usurario que no podía
pagar.
Dalma tenía 20 años, era
madre de dos niños, estudiaba y trataba de salir a flote con un pequeño negocio
en el Mercado de Pulgas de Tartagal (Salta).
PAGO
SEMANAL
Por sus apuros económicos,
según la denuncia de su madre, en los últimos meses la joven no pudo devolver
el dinero en forma semanal, como suelen exigir los usureros que pululan en el
mercado de pulgas y en los puestos de ventas ubicados en las calles España, San
Martín, Aráoz y Sarmiento, en Tartagal.
Como los “beneficiarios” de
esos préstamos son personas de escasos recursos, propietarios de pequeños
puestos de ventas o beneficiarios de planes sociales, no les firman ningún
documento.
INTIMIDACIÓN
Por eso los prestamistas, en
su mayoría ciudadanos colombianos, utilizan la intimidación contra las personas
que no cumplen en tiempo y forma con los pagos.
DE
A 3 EN MOTOS DE ALTA CILINDRADA CON DINERO SUCIO
Los extranjeros se movilizan
en grupos de a tres, en motocicletas de alta cilindrada, y se sospecha que
manejan dinero en negro proveniente de actividades ilegales.
DRÁSTICA
E IRREVERSIBLE DECISIÓN
La joven mamá que tomó la
terrible decisión de quitarse la vida había instalado un pequeño puesto de
venta en esa zona para ayudar a su madre, a otros hermanos menores y para
solventar los gastos de la crianza de sus hijos, de cinco y un año.
La semana pasada uno de sus
hermanos encontró el cuerpo sin vida de Dalma.
LA
DENUNCIA DE LA MADRE
La denunciante –Catalina-
tiene 40 años, reside con sus hijos y sus dos nietos en la comunidad denominada
Tahuichi, un precario asentamiento ubicado en la zona este de Tartagal, a unos
400 metros del barrio Gasoducto, en la comunidad San Silvestre.
Todos los días, después, de
cocinar para sus hijos, parte hacia la frontera, donde trabaja de “bagayera”
haciendo cruzar por los pasos ilegales entre Argentina y Bolivia la mercadería
que luego se vende en los mercados de pulgas de la zona. Con esa actividad gana
unos 200 pesos que le alcanzan apenas para darle de comer a sus hijos y ahora a
sus dos nietos.
En su rostro Catalina
muestra el dolor por la trágica muerte de su hija, quien se ahorcó en la
precaria habitación donde dormía con sus dos hijos y uno de sus hermanos, un
chico de 18 años, quien la encontró sin vida una madrugada.
“Mi
hija estaba muy asustada; se lo dijo a la pastora Ángela (una predicadora
evangelista a cuyo templo asisten algunas familias de esa zona de Tartagal),
que los colombianos la amenazaban con quitarle los hijos y hacerles cualquier
cosa si ella no devolvía el dinero que le habían prestado”,
expresó la mujer al diario El Tribuno.
Ella no conoce personalmente
a los usureros. “Lo que pude saber es
que Dalma pidió esa plata y como no podía devolverlo estas personas comenzaron
a hostigarla por medio de mensajes”, señaló.
Contó que le preguntó cuánto
dinero les debía, pero Dalma no quiso decirle.
“En
su teléfono tenía los mensajes amenazantes y se los reenvió a otras chicas que
eran sus amigas, y también a la pastora evangélica”,
indicó Catalina. Subrayó que recién entonces supo que la deuda era de 15 mil
pesos.
“Ella
había puesto un pequeño local en la calle España y por ahí pasaban todas las
semanas a cobrarle, pero hacía una semana que no iba porque tenía miedo por las
amenazas y las advertencias de esos hombres”, indicó.
También manifestó que por
esos temores tampoco iba a clases ni lo llevaba al nene al jardín. “Estaba aterrorizada después que le dijeron
que le iban a arrebatar a sus niños y otras amenazas terribles”, aseguró.
Ahora, Catalina y sus hijos,
uno de ellos adolescente, tienen temor por la reacción de esta banda, cuyos
miembros se movilizan entre las comunidades tanto aborígenes como criollas y
entre los pequeños puesteros de Tartagal y General Mosconi.
Los usureros son conocidos
por su actividad de prestamistas, y porque utilizan la modalidad del apriete
para cobrar las deudas.
Se trata de personas que se
mueven con total impunidad. Lo que todos sospechan es que manejan dinero de
actividades ilícitas.
“Hace
algún tiempo mi hija ya había pedido prestado dinero a los colombianos y yo me
hice cargo de pagarles hasta el último peso, porque a ella no le alcanzaba con
lo poco que ganaba”, recordó Catalina.
LOS
TEMORES DE LA MADRE DE LA VÍCTIMA
Catalina comentó que la
persona que conoce los movimientos de los prestamistas colombianos es una joven
que trabaja en el llamado “shopping” (el mercado de pulgas de la calle Aráoz).
“Yo tenía que llevarle la
plata una vez a la semana a las seis de la tarde, porque a esa hora pasaban los
usureros a cobrar”, explicó la mujer, al recordar como canceló un préstamo
anterior que había solicitado su hija a los usureros.
Frente a lo expuesto pidió
la intervención de la Justicia y a la policía para que tome cartas en el
asunto, por considerar que Dalma fue víctima de un suicidio inducido. Al mismo
tiempo teme por la integridad de la familia, sobre todo de sus pequeños nietos.
Fuente:
Diario Norte
Etiquetas
Policiales
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