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“Los trastornos de ansiedad responden a una historia de vida”


“La ansiedad no es una mala palabra. Es algo normal, que todos sentimos en algún momento. ¿Quién no se ruborizó cuando hablaba con alguien?”, reflexionó la profesional. En diálogo con El Tribuno, Carina Salas, especialista en Psicología Clínica, terapeuta, supervisora y facilitadora EMDR y directora del Centro de Psicoterapias, analizó a los salteños y su ansiedad. 
Se dice que los salteños no son ansiosos...
Que los salteños tengamos otro ritmo de vida no significa que tengamos trastornos diferentes al resto de la población. La cultura del siempre más, siempre mejor, siempre más rápido no es ajena a los salteños y los trastornos de ansiedad no tienen que ver con lo cultural sino con patrones neurobiológicos, con aprendizajes y con estilos de vida. No es solo el ritmo de vida de una gran ciudad. No somos diferentes a las grandes ciudades en esto. 
¿Cuáles son los trastornos de ansiedad más comunes? 
En realidad lo que nosotros vemos muy frecuentemente es el ataque pánico o el trastorno de pánico. La particularidad del ataque de pánico muchas veces se da en otros trastornos clínicos. Puede aparecer en un cuadro como el trastorno obsesivo compulsivo, que ya no figura dentro de los trastornos de ansiedad y que puede generar ataques de pánico. O muy frecuentemente vemos pacientes que tienen trastorno por estrés postraumático, que hasta hace poco tiempo figuraba dentro del cuadro de los trastornos de ansiedad. Esto es lo más significativo dentro de los trastornos de ansiedad. Además del ataque de pánico también se puede presentar la fobia social, que es ese miedo irracional que aparece ante situaciones de exposición social. 
¿Cuáles son los síntomas?
Siempre les digo a los pacientes que se imaginen qué situaciones de la vida hacen que tengamos que activarnos y tengamos que estar dispuestos a grandes demandas y grandes esfuerzos. Estamos expuestos muchas veces a situaciones estresantes. Pero en teoría cuando la situación estresante cede, nuestro organismo debería ser capaz de volver a la homeóstasis. Entonces se produce un balance entre activación y calma. Entre este estado de hiperactivación y que está bien que así suceda, porque esto nos mantiene en estado de alerta y luego alternamos con los estados de calma. Lo que sucede con los trastornos de ansiedad es que no se produce el balance. Es como manejar un auto a gran velocidad pero en tercera. Esto significa que en algún momento van a aparecer algunos indicios, como migrañas, dolores de cabeza, malestares físicos, dificultades para dormir, irritabilidad. Una serie de signos que no configuran todo un cuadro clínico pero que indican que algo no está bien en el organismo. Y si esto continúa se sigue con los trastornos de ansiedad más específicos, que limitan a la persona de modo significativo. La persona evita algunas situaciones vinculadas con la fuente de su temor. Si alguien tiene ansiedad social evita presentarse a una situación de examen, y si lo hace es con un gran monto emocional o evita salir de su casa por miedo o evita situaciones de ansiedad. Todos vivimos situaciones de ansiedad. No es mala palabra la ansiedad, no es algo malo, el problema es cuando se genera un trastorno. Cuando la ansiedad que inicialmente incita a actuar en algunas situaciones -quién no ha tenido palpitaciones, ruborización cuando tenía un encuentro- el tema es cuando se transforma en algo amenazante. 
¿Qué acciones se deben tomar?
Lo que se debe hacer si algo nos está limitando es buscar ayuda para cambiar estos patrones. Eso se logra con ayuda profesional y terapéutica para poder volver a vincularse de un modo diferente. Muchas veces los cuadros de ansiedad no son cuadros aislados, responden a las experiencias de uno. No son ajenos a la construcción que se hizo a lo largo de la vida, y cómo nos fuimos adaptando a las diferentes situaciones de estrés que se vivieron. Acá hay que considerar que los trastornos de ansiedad responden a una historia de vida. 
Estos trastornos ¿en quiénes se da más?
Las estadísticas muestran que hay una prevalencia en mujeres más que en varones. Lo que sucede es que estas estadísticas no están ajenas a nuestro contexto social. Parecería ser que en nuestra cultura se valida que la mujer pueda expresar sus emociones, sus preocupaciones, sus temores e inquietudes. Muchas veces a los niños desde que son pequeños se le enseña que la expresión de sus estados emocionales es indicador de debilidad. Cosa que no es así en la realidad.
¿Qué ocurre con los niños?
Mi mirada tiene que ver con la demanda del contexto privado. En este espacio vemos que aumentó la demanda de tratamiento vinculados con trastorno de ansiedad en los niños y adolescentes. Pero por otra parte es cierto que también hay métodos más efectivos de detección temprana.
La edad y el trastorno de ansiedad ¿están relacionados?
En los adultos está vinculado -entre los 30 y 50 años- a tomas de decisiones que pasan a ser vitales, y que tiene que ver con un trabajo, el crecimiento personal, la autonomía económica, la búsqueda de una estabilidad emocional o la proyección de una familia. Es un momento de la vida en que se está muy expuesto a cambios significativos. En los chicos entre los 10 y 15 está relacionado con los cambios evolutivos, y las situaciones ansiógenas a las que están expuestos, donde el cerebro tiene que hacer un gran proceso de adaptación y juegan otros aspectos, como la curiosidad y los riesgos a los que se exponen.
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