Advierten que el alcoholismo no es un atenuante para juzgar
En el marco del juicio en el que un padre fue condenado a prisión perpetua por matar a su propio hijo, mientras se encontraba borracho, el abogado penalista Alejandro López Moreno señaló a Cadena 3 que el haber estado alcoholizado no es un atenuante.
“El abogado defensor de este hombre de 60 años planteó que el acusado actuó bajo ‘emoción violenta’ y que su estado de ebriedad debía considerarse un atenuante respecto de la pena que el Código Penal establece para un filicidio. Pero para el tribunal, no correspondía ningún atenuante”, dijo López Moreno.
“En nuestra legislación no existe la imputabilidad disminuida. Cuando una persona enfrenta un juicio de estas características, la intoxicación alcohólica le debe impedir comprender los actos o dirigir sus actos. En las pericias e informes médicos se debe determinar que, al momento del hecho, no pudo comprende ni dirigir sus actos”.
Y añadió que “si no es así y pudo hacerlo tenemos que aplicar un atenuante de la pena que es a través de una alteración; puede ser emoción violenta, donde se relajan los frenos inhibitorios en virtud de los cual la sanción punitiva es más leve. Y es el juez técnico el que tiene que determinar esto”.
“Esto está íntimamente ligado a la psiquiatría. Tenemos que hablar de una psicosis alcohólica que puede ser momentánea o que está padeciendo ‘delirium tremens’, o que haga que esa intoxicación pierde noción de la realidad. En ese momento o no comprende lo que ocurre o comprende pero no puede dirigir sus actos en virtud de la intoxicación que padece”.
“Más allá de la patología que tenga, los elementos de prueba externos le darán al juez las herramientas para determinar si esta persona, lo condujo a realizar ese acto”.
El hecho
El caso ocurrió el 28 de marzo de 2015 cuando Emilio Rubén Peralta, de 60 años, en estado de ebriedad mató a su hijo de 30 con una cuchilla de carnicería. La herida fue mortal.
“El abogado defensor de este hombre de 60 años planteó que el acusado actuó bajo ‘emoción violenta’ y que su estado de ebriedad debía considerarse un atenuante respecto de la pena que el Código Penal establece para un filicidio. Pero para el tribunal, no correspondía ningún atenuante”, dijo López Moreno.
“En nuestra legislación no existe la imputabilidad disminuida. Cuando una persona enfrenta un juicio de estas características, la intoxicación alcohólica le debe impedir comprender los actos o dirigir sus actos. En las pericias e informes médicos se debe determinar que, al momento del hecho, no pudo comprende ni dirigir sus actos”.
Y añadió que “si no es así y pudo hacerlo tenemos que aplicar un atenuante de la pena que es a través de una alteración; puede ser emoción violenta, donde se relajan los frenos inhibitorios en virtud de los cual la sanción punitiva es más leve. Y es el juez técnico el que tiene que determinar esto”.
“Esto está íntimamente ligado a la psiquiatría. Tenemos que hablar de una psicosis alcohólica que puede ser momentánea o que está padeciendo ‘delirium tremens’, o que haga que esa intoxicación pierde noción de la realidad. En ese momento o no comprende lo que ocurre o comprende pero no puede dirigir sus actos en virtud de la intoxicación que padece”.
“Más allá de la patología que tenga, los elementos de prueba externos le darán al juez las herramientas para determinar si esta persona, lo condujo a realizar ese acto”.
El hecho
El caso ocurrió el 28 de marzo de 2015 cuando Emilio Rubén Peralta, de 60 años, en estado de ebriedad mató a su hijo de 30 con una cuchilla de carnicería. La herida fue mortal.
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