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Agustín, el joven arquitecto naval santafesino que fabrica veleros en Italia

Agustín se crió entre barquitos. Los veleros fueron su hábitat en la niñez. El río Paraná, la laguna Setúbal, y más tarde el Río de la Plata eran los “campitos” donde jugaba y la pelota era “un barco a vela”. Es que su familia siempre navegó y ello le soltó amarras a esta pasión que hoy se transformó en su profesión.

Desde los 6 años Agustín Paladini (24) aprendió el yachting en una escuelita de óptimist (veleros para niños). Como suele sucederle a muchos navegantes, de tanto pasar horas y días en el agua ajustando cabos para trimar el velero y así obtener mayor velocidad, Agustín soñaba con su barco ideal. Y aquellas vagas ideas de construcción siempre presentes en su cabeza y bocetadas en papeles fueron determinantes en la juventud a la hora de definir su vocación.

Fue así como al finalizar sus estudios escolares en La Salle Jobson de nuestra ciudad, Agustín decidió partir a Buenos Aires y se inscribió en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) para estudiar la carrera universitaria que tanto anhelaba: Arquitecto Naval. Toda una rareza y un desafío profesional.


Astillero Adria Sail: allí trabaja hoy Agustín Paladini —en cuclillas—, en Fano, Italia, donde se construyen veleros de 42 a 45 pies de eslora, y además hoy construyen dos veleros únicos de 65 y 80 pies.

Hoy Agustín se está transformando en un constructor de barcos y le agradece haber tenido dicha posibilidad a su familia y en especial a su padre, Humberto —uno de los fundadores del Club Marinas—, quien lo alentó a cumplir su sueño y le brindó el indispensable apoyo económico. Pero antes de conseguir esa meta debió atravesar los imborrables años de vida universitaria, visitando astilleros, aprendiendo de resinas, fibra de vidrio y diseños digitales que más tarde cobraban vida real en el agua como veleros.

Ahora, el flamante arquitecto naval santafesino, quizá el primero de la ciudad, partió hacia Europa en busca de experiencia, lejos de sus padres, Humberto y María Delia, y de sus dos hermanos, Emiliano y Tomás. La mañana del lunes 6 de febrero pasado quedará grabada para siempre en su vida. Ese día pisó por primera vez el astillero Adria Sail, de Fano, una pintoresca ciudad italiana de alrededor de 50 mil habitantes, ubicada sobre el mar Adriático, cerca de San Marino, donde llegó para ocupar un puesto de diseñador técnico de veleros por los próximos seis meses.

La chance laboral fue el premio obtenido en un salón náutico (exposición) y se facilitó al contar con la ciudadanía italiana. Ahora Agustín está muy entusiasmado con los proyectos en los que lo incluyeron para desarrollar y cuenta un poco sobre su mundo de barquitos.
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