"Por el cambio climático, el vector del dengue se seguirá expandiendo"
Los más de 41.000 casos de dengue que se dieron en el país este año, confirmaron que el manejo de la enfermedad es una prioridad para el sistema de salud argentino. Por eso es estratégico capacitar a los médicos, concientizar a la gente sobre cómo convivir con el vector —el mosquito aedes aegypti— y saber cuáles son los tratamientos disponibles para evitar que un cuadro de dengue se agrave.
“Frente al avance de la enfermedad, porque el vector se va a seguir expandiendo por el cambio climático, que acorta el invierno, es muy importante educar a los doctores para que utilicen los lineamientos internacional de manejo de estos cuadros, ya que hay muy buenas chances de que los pacientes se recuperen”, destacó la pediatra Lucy Lum Chai See, profesora de la Facultad de Medicina de Kuala Lumpur en Malasia y una experta internacional que participó de investigaciones y misiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Asia y América.
Hasta principios de junio, cuando la llegada del frío cortó la circulación viral de los serotipos de dengue —el mosquito aedes se muere con menos de 7°—, en la Argentina se confirmaron más de 41.000 casos y en la provincia de Santa Fe casi 2.000, según las estadísticas del Boletín Integrado de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud de la Nación y la Dirección de Promoción y Prevención de la Salud de Santa Fe.
“Nosotros estamos viviendo las primeras fases del desarrollo histórico del dengue, lo que se suele definir como la primera ola, que no coincide con dengue grave, como el que ya enfrentaron en Malasia y en otro países del sudeste asiático. A los cuatro años, suele haber una segunda ola de dengue en la que aparecen casos graves, con fuga plasmática y con índices de mortalidad más importantes”, advirtió Carlos Ferreyra, cirujano, epidemiólogo y coordinador del área de Cambio Climático del Observatorio de Salud de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Tratamiento y prevención
Al contar cómo debe tratarse la enfermedad, la especialista de Malasia se calza el “ambo” y explica con sencillez y precisión. “En el dengue los fluidos son centrales. Por eso los pacientes deben hidratarse bien de acuerdo a un cronograma. Hay que tomar unos 8 vasos de agua por día, con electrolitos (sales de hidratación oral)”, indicó.
No se trata de tomar toda el agua junta. Lum Chai See le “roba” el cuaderno a El Litoral y como si fuera una receta escribe un prolijo cronograma —dibuja las agujas del reloj— en el que distribuye los vasos de agua (en promedio se toma un vaso de 250 milímetros, como mínimo, cada dos horas).
En el tratamiento del dengue, se administran distintos fármacos (por ejemplo analgésicos, ya que la enfermedad también se conoce como la fiebre “rompehuesos” por los fuertes dolores en las articulaciones), pero su experiencia como médica en el sudeste asiático le enseñó la importancia de la hidratación. “El agua es clave para el tratamiento de todos los cuadros febriles porque ayuda a enfriar la temperatura del cuerpo”, insistió.
Ferreyra agregó que en el dengue la fase más crítica son las 48 horas posteriores al momento que baja la fiebre. “En los cuadros más severos, ese es el lapso en el que hay riesgo de fuga plasmática”, indicó.
El control del vector, que es un “enemigo íntimo” porque el aedes vive en casa, es la mejor forma de evitar los riesgos asociados a la enfermedad. El problema es que el aumento de la temperatura del planeta —por el calentamiento global— estimula su reproducción.
El analizar la estrategia de control, Ferreyra es tajante: “No se trata solo de fumigar”. A la “descacharrización” —limpieza de patios, techos y recipientes que puedan acumular el agua donde se crían las larvas— recomienda sumar herramientas biológicas. Se refiere a cuidar las especies que controlan las larvas del mosquito en forma natural (mojarritas, pescados, sapas, ranas y hasta determinados hongos).
Cómo el mosquito va a seguir entre nosotros, también aconseja adaptar las viviendas para convivir con esta amenaza. “En la década del 50’, en la Argentina ya se combatió contra el aedes. Todas las puertas y ventanas de las casas tenían tela mosquitera”, concluyó.
“Frente al avance de la enfermedad, porque el vector se va a seguir expandiendo por el cambio climático, que acorta el invierno, es muy importante educar a los doctores para que utilicen los lineamientos internacional de manejo de estos cuadros, ya que hay muy buenas chances de que los pacientes se recuperen”, destacó la pediatra Lucy Lum Chai See, profesora de la Facultad de Medicina de Kuala Lumpur en Malasia y una experta internacional que participó de investigaciones y misiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Asia y América.
Hasta principios de junio, cuando la llegada del frío cortó la circulación viral de los serotipos de dengue —el mosquito aedes se muere con menos de 7°—, en la Argentina se confirmaron más de 41.000 casos y en la provincia de Santa Fe casi 2.000, según las estadísticas del Boletín Integrado de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud de la Nación y la Dirección de Promoción y Prevención de la Salud de Santa Fe.
“Nosotros estamos viviendo las primeras fases del desarrollo histórico del dengue, lo que se suele definir como la primera ola, que no coincide con dengue grave, como el que ya enfrentaron en Malasia y en otro países del sudeste asiático. A los cuatro años, suele haber una segunda ola de dengue en la que aparecen casos graves, con fuga plasmática y con índices de mortalidad más importantes”, advirtió Carlos Ferreyra, cirujano, epidemiólogo y coordinador del área de Cambio Climático del Observatorio de Salud de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Tratamiento y prevención
Al contar cómo debe tratarse la enfermedad, la especialista de Malasia se calza el “ambo” y explica con sencillez y precisión. “En el dengue los fluidos son centrales. Por eso los pacientes deben hidratarse bien de acuerdo a un cronograma. Hay que tomar unos 8 vasos de agua por día, con electrolitos (sales de hidratación oral)”, indicó.
No se trata de tomar toda el agua junta. Lum Chai See le “roba” el cuaderno a El Litoral y como si fuera una receta escribe un prolijo cronograma —dibuja las agujas del reloj— en el que distribuye los vasos de agua (en promedio se toma un vaso de 250 milímetros, como mínimo, cada dos horas).
En el tratamiento del dengue, se administran distintos fármacos (por ejemplo analgésicos, ya que la enfermedad también se conoce como la fiebre “rompehuesos” por los fuertes dolores en las articulaciones), pero su experiencia como médica en el sudeste asiático le enseñó la importancia de la hidratación. “El agua es clave para el tratamiento de todos los cuadros febriles porque ayuda a enfriar la temperatura del cuerpo”, insistió.
Ferreyra agregó que en el dengue la fase más crítica son las 48 horas posteriores al momento que baja la fiebre. “En los cuadros más severos, ese es el lapso en el que hay riesgo de fuga plasmática”, indicó.
El control del vector, que es un “enemigo íntimo” porque el aedes vive en casa, es la mejor forma de evitar los riesgos asociados a la enfermedad. El problema es que el aumento de la temperatura del planeta —por el calentamiento global— estimula su reproducción.
El analizar la estrategia de control, Ferreyra es tajante: “No se trata solo de fumigar”. A la “descacharrización” —limpieza de patios, techos y recipientes que puedan acumular el agua donde se crían las larvas— recomienda sumar herramientas biológicas. Se refiere a cuidar las especies que controlan las larvas del mosquito en forma natural (mojarritas, pescados, sapas, ranas y hasta determinados hongos).
Cómo el mosquito va a seguir entre nosotros, también aconseja adaptar las viviendas para convivir con esta amenaza. “En la década del 50’, en la Argentina ya se combatió contra el aedes. Todas las puertas y ventanas de las casas tenían tela mosquitera”, concluyó.
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