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Cambian el "guiso" de los comedores provinciales por un menú más saludable

Comer suculento y llenar la panza. Ésa es la idea que muchas abuelas y mamás tienen de lo que significa una buena alimentación. Un nene flaquito las asusta, en cambio uno gordito les parece sano y fuerte. En realidad, en nuestro país el sobrepeso y la obesidad tienen mayor prevalencia que la desnutrición: casi cuatro de diez argentinos mayores de 18 años tienen sobrepeso y dos de ellos obesidad, según la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2013). Y se evidenció mayor prevalencia en personas con nivel educativo más bajo.

“Culturalmente, no se percibe el problema del sobrepeso y de la obesidad. En cambio, preocupa más la desnutrición”, planteó Natalia Romero, nutricionista del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia.

Tradicionalmente, los comedores comunitarios de los Centros de Acción Familiar (CAF) y de las residencias de niños y de adultos mayores, dependientes de este ministerio priorizaron “llenar la panza”, antes que ofrecer una alimentación de calidad y que cubra todos los nutrientes necesarios. “Históricamente, los menús incluyen muchos hidratos de carbono, como fideos, arroz, papa. Los guisos son el plato fuerte y los postres son, preferentemente, lácteos, como maicenitas, arroz con leche, queso y dulce. Como bebida, muchas de estas instituciones ofrecen los jugos diluidos”, detalló Elisabet Graziano, terapista ocupacional de Desarrollo Social.

Nuevo menú
Con el objetivo de propiciar una alimentación saludable y equilibrada, la Dirección Provincial de Seguridad Alimentaria propuso un nuevo menú para los CAF, que no se revisaba desde 2005. “Se armaron menús en bloques, donde el desayuno se complementa con el almuerzo. Se incorporaron más verduras y frutas: todos los platos deben contener una porción de verduras crudas y otra cocida y se sugiere la fruta de estación como postre al menos cuatro veces por semana. También se propicia mayor variedad de carnes: de vaca, pollo y cerdo. Para tomar, lo mejor es agua”, indicó Romero.

Pero este cambio no es fácil de concretar debido a una férrea resistencia, basada en las costumbres. “Hay una cultura muy fuerte y arraigada de que la verdura o la fruta no llena. La reticencia a cambiar pasa porque, en estas instituciones del Estado, las cocineras o ecónomas están convencidas de que están dando lo mejor, de que los hidratos de carbono alimentan más. Pero como Estado debemos garantizar una alimentación de calidad y que cubra todos los nutrientes necesarios”, explicó la nutricionista.

Por eso, es fundamental “educar” a quienes dirigen los comedores comunitarios (directivos, cocineras y ecónomas) y también a las familias que asisten. Para fomentar hábitos saludables, durante octubre y noviembre se desarrollan diferentes actividades, como juegos, talleres de cocina, confección de recetarios, cocina en vivo y espacios de actividad física. Estas “fiestas de la alimentación” ya se realizaron en Rafaela y se repetirán en Las Rosas (el 1º de noviembre a las 9 en el CAF N° 8) y en Helvecia (el 9 de noviembre a las 9 en el Polideportivo).

60 instituciones
en toda la provincia, que dependen del Ministerio de Desarrollo Social, brindan un menú diario a niños, jóvenes y adultos.

En el trabajo
En el mes de la alimentación, la Dirección Provincial de Seguridad Alimentaria promueve hábitos alimentarios saludables en las sedes del Ministerio de Desarrollo Social (en Santa Fe y Rosario). “La idea es que los trabajadores conozcan otras opciones más sanas y nutritivas que la bolsa de bizcochos para comer en el trabajo”, planteó la nutricionista Natalia Romero. Una fruta, un yogur, cereales, preparados con harinas integrales son algunas alternativas.
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