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El emperador Ahikito avisó a los japoneses que su salud no da para más

El emperador de Japón, Akihito, dirigió un mensaje televisado al país en el que manifestó la creciente dificultad que enfrenta para cumplir con sus obligaciones debido a sus problemas físicos y de salud.

"Cuando tomo en consideración que mi estado físico va gradualmente en declive, me preocupa que sea cada vez más difícil para mí hacer frente a mis deberes como símbolo del Estado con todo mi ser como he hecho hasta ahora", dijo el emperador, de 82 años. La Constitución japonesa, confeccionada luego de la 2ª Guerra, define al emperador como "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo" pero no le concede algún poder político. Pero además la ley que regula el sistema imperial no contempla la abdicación, por lo que el Parlamento tiene que intervenir para modificarla. La familia imperial japonesa afirma ser el linaje hereditario más antiguo del mundo, con más de 2.600 años de antigüedad. Los historiadores recortan esa edad: datan el inicio del linaje imperial en el siglo VII. El último emperador en abdicar fue Kokaku en 1817, hace casi 200 años.

"No es posible seguir reduciendo perpetuamente las actividades del emperador", a medida que se va haciendo mayor, indicó Akihito, que dijo temer que si su salud empeora, "como hemos visto en el pasado, la sociedad se paralice" y la vida de los ciudadanos se vea afectada. Esta afirmación resulta algo exagerada, dado que Japón es una sociedad postmoderna y dista mucho de la que podía ser paralizada por la inactividad del emperador.

Inmediatamente después del mensaje, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, señaló a la prensa que tomará en consideración los pensamientos de Akihito. "Tenemos que estudiar seriamente qué podemos hacer en respuesta a las preocupaciones del emperador", dijo el premier. El mensaje televisado, de sólo diez minutos, es apenas la segunda aparición de este tipo del emperador después de la emitida en 2011 en respuesta al terrible terremoto y tsunami que azotaron entonces al país. El mensaje de Ahikito se produce después de que los medios japoneses especularan con su deseo de abdicar a favor de su hijo Naruhito, de 56 años, antes de caer demasiado enfermo como para seguir cumpliendo sus funciones.

Akihito ascendió al "Trono del Crisantemo" en enero de 1989, tras la muerte de su padre, el histórico emperador Hirohito, que era considerado oficialmente como un dios hasta la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Hirohito siguió en el trono como símbolo de la unidad nacional luego de la derrota militar. Pero la nueva Constitución lo despojó tanto de su carácter divino como de sus poderes reales. Hirohito mucho tuvo que ver con el ingreso de Japón en la guerra y con el expansionismo militarista que lo precedió, en los años 30.

El actual emperador ha venido sufriendo problemas de salud, desde que fue tratado de un cáncer de próstata en 2003. En 2008 tuvo problemas relacionados con el estrés, como una úlcera; en 2011 fue hospitalizado por más de dos semanas por una neumonía y al año siguiente le hicieron un bypass cardíaco. "Fue hace unos años, después de mis dos cirugías, que empecé a sentir un declive en mi condición física debido a mi avanzada edad", dijo Akihito. "Empecé a pensar en el futuro y lo que sería mejor para el país, para la gente, y también para la familia imperial que vendrá después de mí".

Sondeos. Aunque la decisión tomó a los ciudadanos por sorpresa, la mayoría la comprende y la apoya. Según una reciente encuesta de la agencia Kyodo, el 85,7 por ciento de los japoneses aceptaría una abdicación, frente a un 10,8 por ciento que preferiría que todo siguiera sin cambios. Un 89,5 por ciento de encuestados también dijo que cree que el emperador tiene demasiadas tareas oficiales.

Akihito es un emperador popular. Desde su subida al trono está muy comprometido con sus súbditos y realiza visitas a las víctimas de las catástrofes naturales, visita asilos de ancianos e instituciones para personas con discapacidad y representa a Japón en viajes al extranjero. Todo esto puede parecer normal y descontado en Occidente, pero en Japón es excepcional: por tradición milenaria, el emperador es una figura semioculta. Entre sus tareas representativas está también nombrar al primer ministro, anunciar cambios legislativos y recibir a visitantes oficiales.
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