Estremecedora historia de un cordobés veterano de Malvinas
El veterano de la guerra de Malvinas, Sergio Rubén Díaz, oriundo de Río Cuarto, detalló en diálogo con Cadena 3 cómo fueron sus días en las Islas, confesó que pasaron hambre, frío y diversos momentos de miedo, y recordó con emotividad el día en que regresó a su casa.
“Nosotros empezamos a vivir una experiencia de guerra el 27 de marzo de 1982. Estábamos en Chubut, conformábamos una sección especial de tiradores. Partimos a un ejercicio secreto conjunto con las tres fuerzas, no sabíamos nuestro destino. Fuimos en avión de Comodoro Rivadavia a Bahía Blanca y de ahí embarcamos. El 1 de abril estábamos en alta mar, próximos a las Islas, y ahí nos enteramos que éramos los elegidos para recuperar Malvinas. Éramos muchos barcos, y ahí empezamos a sentir el efecto sorpresa”, relató.
“Tenía 20 años, había pedido dos años de prórroga para terminar el secundario, era uno de los más grandes. El primer comunicado fue por los altoparlantes, habló el capitán del barco. Después tuvimos una reunión con nuestro jefe, nos explicó y nos dio una arenga. Habíamos recibido cursos de geopolítica, la posición geoestratégica de Malvinas, es decir que estábamos preparados sin saber lo que íbamos a enfrentar", agregó.
El veterano, que fue uno de los primeros en pisar tierra en Malvinas, comentó que llegaron mediante un desembarco anfibio, y que él le tenía "terror" al agua –no sabía nadar–, lo que significó su primera batalla interna.
“En una ventana se veía las estrellas y el nivel del mar, estábamos debajo, y cuando tocamos tierra el ruido fue impresionante. El subteniente Reyes nos decía que allá estaban los ingleses, y nosotros estábamos con los fusiles preparados para salir", sostuvo.
“Dentro de los primeros que salieron fueron un cabo primero, un cabo y yo. Al abrirse las compuertas pudimos pisar nuestras islas, estábamos recuperando nuestro patrimonio, y cuando nos tiramos cuerpo a tierra la isla se me movía, pensé que eran los nervios pero era el mal del mar. Después nos desplegamos sobre el aeropuerto, recién comenzaba a amanecer, con el fusil cargado, tratando de ver, y ahí cumplimos la misión, recuperamos el aeropuerto. Los ingleses no pusieron resistencia. Mientras se sentía el ruido de la guerra, de ametralladoras, de cohetes. Era aterrador", recordó.
“Ahí no pensábamos que podíamos matar a alguien, nos habían dicho que no tiremos si no nos tiraban, que respetáramos a los civiles. Íbamos con el fusil cargado en una acción de guerra, estábamos recuperando un aeropuerto en manos de los ingleses. Fuimos los primeros en entrar en combate cuando se produjo el desembarco inglés en Puerto San Carlos", añadió.
Díaz rememoró la primera noche que le tocó hacer guardia, y expresó el miedo que sintió al saber que los soldados ingleses eran profesionales: "Me tocó hacer la primera guardia en el fondo de los cuarteles, detrás sabíamos que había unos 20 ingleses. Hice mi primera guardia con un fusil. Estaba detrás de una piedra, y de repente se nubló y vino la niebla. Ahí sentíamos el miedo de un enfrentamiento con soldados que no conocíamos y sabíamos que eran profesionales".
“Sentimos el alerta de que venían ingleses, la niebla era total. Estábamos con el fusil en mano para disparar. El subteniente iba adelante y dijo que no nos preocupáramos porque eran ovejas. Los nervios de ese momento fueron terribles”, acotó.
“Fueron varios los momentos duros. El 21 de mayo estábamos de guardia con un cabo enfermero, le pregunté si podía ver qué eran los ruidos, me dijo que no me preocupara, y después que fuéramos. Subimos al cerro y vimos toda la flota inglesa, un barco grande, fragatas, lanchones de desembarco, los soldados salían en cantidades, y nosotros éramos 30 o 40. El apuro por correr y bajar del cerro fue terrible. Nos replegamos, llegó Fuerza Aérea, nos encontramos con helicópteros ingleses que nos buscaban, recibimos la orden de fuego y disparamos. El primer helicóptero cayó a un costado nuestro. Ese fue el primer contacto de guerra", sostuvo.
“Íbamos en dirección a Puerto Argentino y apareció otro helicóptero de atrás nuestro. Hicimos fuego, el helicóptero cayó entre nosotros pero no explotó, había dos militares en su tripulación. Los kelpers les daban la dirección de a dónde habíamos salido. Hicimos fuego reunido, y así estuvimos desaparecidos desde el 21 de mayo al 26, lo pasamos en el campo. Cantamos el himno a capella el 25 de mayo", afirmó.
El hombre recordó que ese 2 de abril cumplían dos meses de incorporados, y contó: "La primera instrucción fue de 15 días en el campo, donde recibimos la instrucción militar. Nos enseñaron el manejo del fusil y práctica de tiro. El jefe de Regimiento sabía que los soldados clase 63 íbamos a recuperar Malvinas".
“Pasamos hambre, frío, estuvimos a punto de congelarnos. Otros sufrieron amputaciones, como a un cabo que le cortaron los dos pies. El helicóptero no llegaba a llevarnos comida ni ningún apoyo", sostuvo.
“No volví a Malvinas, siempre tengo ganas de ir. Hoy tengo a mi hija de 4 años, la veo y le cuento y ve fotos. Llega el 2 de abril y me mira con la boina, y pienso ir a Malvinas, pero en este momento es un viaje muy caro. Es un sentimiento controvertido, a veces quiero ir y otras no”, manifestó.
En relación al momento en que regresó al país y a su casa, subrayó: “Cuando retornamos sufrimos, llegamos a escondidas. Estuvimos 44 días, sin poder bañarnos, sólo lo hicimos dos veces. Perdimos mucho peso, porque la actividad física era permanente. Cuando regresamos al continente lo hicimos desde Uruguay, ahí nos llevaron los ingleses, y pasamos a Campo de Mayo, donde por primera vez recibí visita de unos parientes que vivían en Buenos Aires. Estuvimos ocultos y hasta el día de hoy seguimos sufriendo".
“El apuro de llegar era grande. En Bahía Blanca creo que me descolgué de un colectivo. Nos bajamos e hicimos dedo. Nos llevaron a La Pampa, ahí los militares nos recibieron muy bien, nos dijeron que no tenían dinero para un pasaje, pero salieron a la ruta y un camionero nos pudo traer a Río Cuarto. Llegué a las 7 de la mañana, en mi casa estaban durmiendo, y les golpeé la ventana. Ahí recibí el abrazo de mi padre, de mi madre y mi hermana”, recordó con emoción.
“Nosotros cumplimos la misión de defender a la Patria. Por ahí seguimos sufriendo cuando no recibimos el apoyo que necesita el veterano", cerró.
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